EL DUENDE, LA RESTA Y EL QUID DE LA CUESTIÓN
DUENDE
Cuando un cuadro tiene duende / Arte,
gracia y simpatía.
Por lo pronto no hay porfía.
Ni se compra ni se vende.
¡Mira! Lo hice a pellizcos. / De un mal
envase de helados.
Los comieron encantados
Y quedaron, ya ves, bizcos.
¿Y se chuparon los dedos? / Y el anillo
de la oreja
Y también de la nariz.
Para quedarse tan quedos. / Que no
hicieron ni una queja
Sin duda tiene su “quid”.
LA RESTA
Mas, tendrás que resolver / como está la situación
Porque existe habrás de ver
Extraña degustación.
Y el que la hace –si traga- / Tendrá que
pensar “el paga”.
Dos cuarenta fue su precio / Y cinco
euros se entregó.
¿Y cuánto se devolvió?
¿Hubo vuelta? Será… necio.
Restemos, duende restemos.
Así, verás, que aprendemos.
El mayor siempre va encima / Y el menor
pondrás debajo.
La coma marca la cima
Y el orden. De arriba abajo.
De cero a cero, ¿Va?, nada. / De cuatro
a diez, justo seis.
Baja una al dos, tres. ¿Veis?
Y a cinco, dos. Terminada.
Si no salió mal la cuenta / ¡Dime, a ti..! ¿Cuánto te da?
Bien clarito: Dos sesenta
CUADRO Y RESTA
El cuadro ha tenido duende / Si te ha
enseñado a restar.
Pegar y cortar depende
Que te guste realizar.
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