MI OFICIO NO ES ESCRIBIR
Si no fuera por esta fastidiosa
tendinitis de un hombro, mi oficio no es escribir, prefiero mejor limpiar o
fregar –como se diga-, unos cuantos cacharritos, eso me relaja. Aunque hacerlo
en cantidad y habitualmente me oprime, no deprime, me da la sensación que no se
vale para otra cosa si no va acompañada esta actividad con otra -¡Qué ideas más
absurdas!-
Nos pidió un amigo para su boletín
colaborar en algo, una foto antigua, una anécdota, un relato de algún
acontecimiento,…
Aunque repito, mi oficio no es escribir.
¡Ojalá, lo fuera y lo hiciera bien! Entonces…
Mi oficio no es escribir
Porque temo dar la nota
No sé qué coma omitir.
O puntos. Y repetir…
¡Quién sabe! Tener la potra…
Si repito las palabras
Se nota que soy muy pobre
En ellas. Que no las labras.
Ya lo ves, mejor que sobre.
Que haya variedad, las abras.
Luego viene “el qué decir”.
Que la historia sea agradable.
Y tendrás que seducir.
Expresarlo, como se hable
Y aquí, ya me “echo” a temblar.
-Sin hache-, sacando el pecho.
Como habrás de comprender.
Me tendrás que acompañar
Para que esté bien dicho y hecho
-Hecho con hache es de hacer
Y sin ella es de echar-.
Y tendré que repasar
Y otra vez a releer
Quitar, poner y cambiar.
Si me agrada, puede ser
Más veces no, hay que tachar.
Y al final ya lo has de ver
De tanto y tanto sufrir
¿Para qué ya más leer?
Y dar tantísimas vueltas
Consultando el diccionario.
¿Que quedan palabras sueltas?
Mejor rezar un rosario.
Mi oficio no es escribir
Ni tampoco un buen trovar
Cuatro frases y a encestar.
Con tan buena o mala suerte
Que no cayó dentro, fuera
Y alguien que vio lo ha contado
El golpe dio en la cimera
Esta lección es tan fuerte
Que no sabiendo escribir
No lo voy a consentir
¡Que vaya a la papelera!
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