miércoles, 16 de enero de 2013

EL CUENTO DE NUNCA ACABAR





















EL CUENTO DE NUNCA ACABAR.
Hoy se dice, y se repite mucho, que los españoles estamos mal porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Recuerdo que, cuando por falta de trabajo, tuve que emigrar, salí de casa con una maleta roja, una muda de repuesto y cuatro libros. El dinero lo justo. En el pueblo, en el que empecé a trabajar no había pensión, ni sitio donde se podía dormir. Menos mal que el cura, un alma generosa – que era al primero que echaban cuando había conflictos laborales en su trabajo- me dejó dormir en su casa mientras arreglaba la situación. Pues, ruedas tampoco tenía mi maleta roja.
Después de pasar unos años de alquiler y de unos sitios para otro, cuando ya ahorré un dinerillo me metí con la cartilla bien a mano, a ir comprando un pisito poco a poco y en un lugar asequible. Todo esto a 600 kilómetros de donde venía.
De otras vicisitudes /es preferible no hablar
 Hubo muchas inquietudes / e historias para contar.
Si eso es vivir por encima de nuestras posibilidades, que baje Dios y lo vea, no sé a dónde podíamos llegar ya. Eso en el plano individual.
En el aspecto social, a los políticos que he votado con el tiempo he visto que eran “voceros” sin la más mínima valía. A los que no he votado prefiero ni mencionar. Para impulsar la economía había que hacer mejores carreteras –aparte de, otros muchos más servicios- para que los alemanes, franceses y europeos más desarrollados pudieran viajar mejor por España-lugar barato y muy apetecible por entonces-.
Hoy, que se han solventado muchas de aquellas dificultades, están dejando de venir.
Mientras tanto, se pedían préstamos para comprar un coche, una vivienda, otra en la montaña o en la playa –pocos iban por algo asequible, según “las posibilidades” de cada uno- y no se pensaba en los desahucios, ni en lo más remoto.
Cuando ha llegado la hora de la verdad, no se ha sabido parar los pies al prestamista y lo que se hizo, también, para su propio beneficio, requería un tiempo bastante amplio de devolución. Pero no, las deudas ya. Y hay que devolverlas, ya. Y  no se invierte porque hay que devolverlo, ya. Sin que se pensara en un tiempo prudencial.
Por tanto no se invierte, no se trabaja, no se contrata y la economía está toda medio parada. Porque no hay productividad. Todo este conjunto de despropósitos está originando que mucha gente, cuando parecía que eso lo teníamos ya superado, tenga de nuevo que sacar la maleta roja, la muda y marchar de nuevo a otro lugar a cientos de kilómetros de su casa.
Mientras tanto los que han vivido por encima de sus posibilidades pueden seguir viviendo bien con todo tipo de comodidades, bienes, y beneficios porque la situación así se lo está permitiendo gracias a los privilegios que sigue concediendo esta España tan derechas que dejó atado y bien atado para que gobernaran en ocasiones partidos de izquierda camuflando sus políticas que no dan una ni siquiera a derechas.
Los reyes se vuelven a Oriente –según el actual Papa a Tartesos que está por aquí a la vuelta de la esquina, con las arcas vacías-, cumpliendo su misión de haber dejado “oro, incienso y mirra- para una nueva construcción que el niño Jesús se va a encargar en empezar a edificar y el dueño del humilde establo temiendo la venganza del Rey Herodes emigra con su mula y con su vaca- pues en el portal tampoco tienen ya sitio-.
 Las gentes de derechas van a perseguir a los de las izquierdas. Y los de izquierdas con su política de derechas aplastarán al pueblo con corruptelas y engaños. Y no se salvará ni el mismo rey- de las Españas, ¡claro está! Vamos eso..., ¡el cuento de nunca acabar!.
La tan traída y tan llevada emigración. Que acecha, que inquieta y nunca deja de soliviantar.

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